domingo, 15 de julio de 2012

Piso de madera

Tal vez sólo era la cera en el piso.
Quizá fue monoxido, no lo sé.
Pero estaba ahí, en un mundo gigante, sola.
Pensando, luchando.
Preguntándome si ser adulta era quedarme bajo cualquier circunstancia,
o si tal vez  fuera salir de ahí.
Ante el miedo salí.
Ahora extraño.
Porque es extraño temer, pero lo extraño.
Pensaba que no tengo relojes,
que tal vez debería colgar uno en el living.
Pero recordé cuanto me molesta el conteo del segundero al dormir.
Entonces, me convencí de que en mi mundo no debe haber relojes.
Y acá esta frío.
Frío como él, que vuelve con el invierno.
Extraño como ese olor inidentificable.
Raro como la angustia que me aborda por la incertidumbre.
Claro que sé lo que quiero esta vez, pero todavía me molesta.
Esto de no tener la bola de cristal, o el poder de leer las mentes.
Necesito saberlo todo, menos el tiempo.
Me gusta que pasen las horas y que siempre sea más temprano de lo que creí.
Pero no hace lo que quiero, ni lo que espero.
Entonces me angustia no saberlo todo.
Todavía no lo conozco.
Tal vez algún día..
Tal vez solo fue la cera en el piso.