viernes, 27 de septiembre de 2013

Mi Tauro a tierra.

Atravesaba mi viernes en una crisis que ilusamente le atribuí al pobre Virgo. Todas mis histerias últimamente caen en él, tan difamado que lo tengo.
Entonces empecé mi último día de oficina con una limpieza general. Todos los papeles, carpetas, libros y el polvo lentamente empezaron a abalanzarse sobre mí y no tuve más remedio que levantarme y empezar un orden que creí, terminaría con mi mal humor.
Pensaba también, que al llegar a casa debía ocuparme de una limpieza profunda, con cambio de muebles incluida, porque el cambio que hice la semana pasada no me convence. Bueno, cuando estoy así, no me convence nada. Sin embargo, después de gastar toda mi energía en cambiar las cosas de lugar, de darle orden, limpieza, y concluir con un sahumerio y un cigarrillo contemplando la nueva forma, suelo sentirme mucho mejor.
Pero esta vez no fue necesario.

Estaba ella preguntándome por la seriedad de mi cara, entonces empecé a darle un montón de explicaciones, de nombres y apellidos, de situaciones, de certezas, de hartazgos.. Y aunque todo eso es real, es también tan real que la mayor parte de esas cosas están resueltas en mi mente y corazón. Ella concluye diciendo que lo que me pasa a mí es otra cosa, y que siempre mi humor suele ponerse así cuando me pasa esa "cosa". 
Me hizo reír. Me tenté. Me ablandó la cara de piedra que tuve todo el día, y no pude parar de reírme entonces y asumir que estaba en lo cierto. Que era más fácil culpar a otros de mi estado, que hacerme cargo de que de vez en cuando, tal vez algunas veces al mes, me ponga histérica por demás.

Las mujeres también necesitamos un poco de eso..

Y finalmente, la Tauro de mi vida que sabe más de mí que yo misma, logró aplacar la necesidad de mi Virgo, de darle una respuesta a todo lo que sucede... Y a veces, hay cosas que no tienen tanta coherencia, ni explicación lógica... sólo hay que esperar que pasen... 


jueves, 12 de septiembre de 2013