domingo, 27 de abril de 2014

Tinta

Hoy fui a visitar a mi hermano. Me cuenta que ella ya no se levanta, le cuesta caminar y dejó de comer.
La alzó y la trajo al comedor con nosotros.
Me senté a su lado y la abracé. Está tan, tan flaquita que al acariciarla pude sentir todos sus huesos.
Los ojos casi sin brillo, lagrimean de tanto en tanto.
Apoya su cabeza en mi pecho y se deja abrazar. Descansa un poco su peso en mí, y mientras siento su respirar, me lleno de recuerdos.
Miles de imágenes, tantísimos paseos juntas. Su locura por los gatos del botánico en sus años tempranos.
Su patita secándome las lágrimas, los bailes en el living de santa fe. Sus escapes nocturnos cuando la venía a buscar su amor prohibido "El Cabo Primero Diógenes".
Ha sido una gran compañera sin dudas. Ha sido mi primer "sobrina" y nos ha dado mucha felicidad.

Es tristísimo saber que está despidiéndose. Sé que es la ley de la vida, pero duele.

La amo, y la voy a extrañar.

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