jueves, 17 de julio de 2014

escupir para arriba

Me reía cuando leía que ella publicaba sus pensamientos sobre los falsos aniversarios que cumplía con él.
La juzgaba, la criticaba. Me preguntaba cómo una persona podía esperar que el otro recordara una fecha, que no registró desde el principio.
Entonces, justificaba sus acciones, sintiéndome superior, con su corta edad, su corta experiencia.

Pero de pronto me encuentro pensando, en los años que van a cumplirse, que son pares y demasiados como para seguir recordando el 16. Número que no le representa en la actualidad ningún evento importante.

La pregunta fue la misma desde hace unos meses. Y la respuesta, fue similar a alguna que ya ha dado desde que todo terminó. No cierra la puerta, como no lo he hecho yo en estos años. Sin embargo hoy, día clave (que espero recordar mañana), comprendo que nada tengo que hacer ahí.
Ahí, en el mismo lugar que le criticaba a ella. Ahí donde el otro no nos pretende. No nos busca. No nos quiere, básicamente.
Ese en el que al otro le queda súper cómodo, mientras nosotras atravesamos una incomodidad jamás sentida. Porque así como aparece, se va. Y nos quedamos pensando en qué fue. Qué significaron cada una de sus palabras. Qué fue de ese beso y de esa noche pasional.
Y no es más que eso.
El sexo, los besos, los abrazos, la calidez, el cariño inmediato, no son nada si no se mantienen en el tiempo.
Si sólo duran ese instante, no hay nada que esperar, no hay nada que buscar ni entender.

Por eso, cantaremos un rato, nos abrazaremos en un instante eterno. Tal vez te bese y te dejes besar. Y cuando suceda, sabré que sólo fue eso.

un instante de amor profundo de dos incompatibles que quisieron quererse, sin dejarse querer.

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