Él me contaba como se veía el paisaje desde ese lado de la hamaca y yo le contaba como se veía del mío, aunque no recuerdo haberle dicho que todo era perfecto porque primero estaba él... Después la arena, las piedras, el río volviéndose océano y el cielo comenzando a nublarse.
Me estiro un poco hacia atrás, para alcanzar la guitarra y cantar un rato, entonces le hago un gesto como "pidiendo permiso" y el responde con una sonrisa y dice "si es por mí, no dejes de cantarme nunca". Y entonces, con el mejor público y con el mejor paisaje, canté esta canción. Mientras me miraba, sonreía, y cerraba sus ojos con esa única expresión de placer.
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