Lo recuerdo sentado en la cocina mirándome pelar las papas
contándole mis fantasías del mundo hippie arriba de una minivan.
Mis preguntas retóricas sobre el capitalismo y sus formas desagradables de hacernos vivir.
Que con toda su calma, su risa y su amor
bajó de un hondazo.
Me recuerdo sentada en la cocina, mirándolo cocinar
cantándole canciones con la guitarra,
escuchándolo decir por nosecuánta vez,
que tengo que salir a cantar.
Con tanta fuerza, que le creo.
Creo en su poder.
Creo en él.
Y lo extraño.
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