A buen amagador….

Resulta que he descubierto una característica general de todos los clientes (ratas) que visitan a menudo mi local.

Sobran aquellos seres que ignoran totalmente cosas básicas comunes a cualquier aparato de telefonía celular, aunque no es el único rubro, ya que el sistema de los celulares, el menú en sí, es bastante similar al de cualquier artefacto con menú, como ser: computadoras, desperatores digitales, agendas electrónicas, video juegos. Todos hemos tenido en nuestras manos algún aparato al cual hubo que confirgurarle alguna cosita, y aunque no todos saben ingles, la palabra “settings” es (o debería ser) de saber popular.

Sin embargo, como bien decía, sobran aquellos haraganes incapaces de solucionar alguna estupidez por sí solos. Y claro, me ven acá, concentrada escribiendo, hacen cola, y te dicen “atendé, atendé, que tengo que hacerte algunas preguntitas…” y ahí me transforman el humor, porque sé de lo que viene el asunto.

Fue así el caso de una pareja de ridículos: él rozaba los 65 años, tenía una calvicie no asumida, encubierta con un peluquín berreta y torcido. Su cara parecía tener más cirugías que Michael Jackson, olía a diferentes perfumes baratos, y tenía muchos anillos y cadenas de oro, era un verdadero “Ricky for t” de barrio.
Ella, olía un poco mejor. Pero su cara daba señales como que todo el tiempo estuviera oliendo algo podrido. Pelo rubio a lo Legrand, bijuterie por doquier, toda estirada también, y un tono de voz bastante insoportable. Como no podía ser de otra manera, lo trataba al marido como un perfecto imbécil, siendo ella quien entendía menos que nosotros lo que pasaba con el celular. Ah, claro, el celular.
Entonces me cuentan que lo trajeron de su viaje a España, y que es nuevo y que no saben usarlo. La pregunta: ¿Cómo mandamos mensajes?, seguida de: ¿Y como agrego un contacto? Ah, ¿Y para apagarlo? ¿Para prenderlo es del mismo botón?... se puede poner una foto de fondo? ¿Cómo se hace? Ayy no me la pones vos…? Y entonces busco foto por foto a ver cual es la que querían “hay una que estamos los dos juntos abrazándonos”, con miedo de seguir pasando las fotos por temor a encontrar alguna que no hayan previsto, o tal vez descubrir que con el paso del tiempo también yo seré una pasa de uva viviente.
Y yo, que no tengo el sí fácil, sino el no difícil… respondo cada una de las preguntas estúpidas de dos viejos chotos estirados que no tienen ganas de leer un manual.

La característica de estos, igual que de todos los que pasan por acá para preguntarme como prender un celular, como cargarlo, como ponerlo en vibrador. “ no me anda!! No suena más!!! .. señor, lo tiene en modo silencioso”… Cuando terminan conformes y contentos me dicen:
“Qué te debo?” acompañando con el gesto de amague de llevar la mano derecha hacia el bolsillo del pantalón, o hacia el cierre de la cartera… Y yo, (lo sé, la culpa es mía) “y.. nada, que te puedo cobrar”.

¿CÓMO QUE TE PUEDO COBRAR? Mi saber VALE! Yo no puedo ponerle precio a algo que sé porque me crié con eso, pero vos sí podes ponerle un precio a una solución brindada por una persona que no sabes de donde sabe, pero sabe.

QUELA!