viernes, 27 de agosto de 2010

El día que no subí al subte

El día que no suí al subte lo empece de buen humor. Me levante con el tiempo justo, como siempre, desayuné, me di una ducha rápida, me cambie y salí a tomar el 65. Este, me dejaba a 15 cuadras de mi destino, y no contaba con eso en mis cálculos de tiempo. Me tomé el 12 que me hizo dar un viaje al pasado de 15 minutos, pese a esto mantenía mi buen humor, y mantenía firme la seguridad de entrar al aula por primera vez y tarde.
Llegada a la sede de Montes de Oca, horrible tengo que decir, miro los carteles, aula 47 cuarto piso. Los ascensores estaban PROHIBIDOS, así que pregunte por donde subir, y me dirigí hasta la escalera, espantosa, de película de terror (capaz exagero un poquito), subí un piso nada más, y me empece a acobardar, decidí que no iba a entrar. No conocer a nadie, llegar tarde, me quedaban 3 pisos horribles, y cada escalon me sacaba un poco más de aire de los pulmones. Demasiadas contras como para quedarme. Me fui.
El día que no subí al subte, tampoco entre a cursar.
Totalmente perdida, sin saber como volver al laburo, mande mensajes de texto para todos lados, y ninguno me daba una solucion convincente, así que tome el 102 hasta San juan y ahí baje las escaleras del subte E, estación San Jose. Saco boleto, paso los molinetes, empiezo a bajar las escaleras, y parecía que nunca iba a dejar de bajar escalones. Ya me faltaba el aire, tenía palpitaciones y un síntoma conocido ya. Así que decidí no hacerle frente.
Entonces salí, caminando por san juan, caminé, caminé hasta entre ríos y me subi a un taxi. Recién ahí sentí que el aire entraba a mis pulmones, suspiré y empecé a llorar.

Entonces pienso que pudo haber causado tantas cosas, la respuesta la tengo, pero por suerte:

El día que no subí al subte, retomaba mi terapia después de 6 meses.

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